lunes, 19 de enero de 2009

Road To Super Bowl XLIII (6)

Prometo que es la última vez que voy a hablar de fútbol americano antes de la Super Bowl esta temporada. Siento la necesidad irrefrenable de hacerlo después de haber vivido por primera vez, unos playoffs como un auténtico aficionado, de aquellos que se quedan viendo los partidos hasta las tantas de la madrugada.

Si algo bueno tienen los exámenes de la UPC es que te permiten ver la postemporada de NFL sin preocuparte de que mañana tengas que ir a clase. Puedes quedarte hasta las cuatro de la mañana como he hecho hoy y nadie te dirá nada al respecto. Y eso está bien.

Pues eso, ayer pude ver el partido por el campeonato de la Conferencia Americana, que enfrentaba a Baltimore Ravens @ Pittsburgh Steelers (repito una vez más, mi equipo favorito) en el Heinz Field de Pittsburgh. Antes se había jugado el campeonato de la Nacional, donde los Arizona Cardinals atropellaron a los Philadelphia Eagles en el University of Arizona Stadium de Glendale. Pero este partido no lo pude ver porque había fútbol no-americano en la tele y todos tenemos derecho a ver deporte en esta casa.

Sin duda, tenía muchísimas ganas de que llegara la hora del partido, era el mejor que se podía ver a estas alturas con los Giants, Titans, Cowboys... en la cuneta. Ya hablé suficiente de él en la entrada previa.

Con poquita nieve, los Steelers se pusieron 13 puntos arriba en el segundo cuarto y los Ravens empezaron a ver las cosas cuesta arriba. Los números de Joe Flacco anoche fueron deprimentes (sobretodo al final, acumulando 3 intercepciones y otros tantos sacks, no fue su noche) mientras que Ben Roethlisberger manejaba el partido con total comodidad en el pocket. La intercepción de Townsend dio alas a los Steelers hasta que se lesionó Hines Ward. Ay. Sin él, fue mucho más difícil mover las cadenas y encima, los Ravens consiguieron forzar un turnover, que igualaba los ánimos.

No sé si porque es uno de los mejores receptores de la liga o porque simplemente fue un golpe psicológico, pero desde aquél momento las cosas se torcieron para los de casa. Con un touchdown y magníficas carreras de Willis McGahee; los Ravens comenzaban a sentirse cómodos y la línea defensiva hacía moverse a Roethlisberger más de lo que debería, teniendo que salir del pocket y exponiéndose a varios sacks que le hicieron. Mientras tanto, Willie Parker trabajaba cada carrera y Santonio Holmes sólo la recibió bien dos veces, pero sacó petróleo de las dos recepciones.

Los Ravens se vinieron definitvamente arriba cuando marcaron su touchdown tras una interferencia de pase de los Steelers. Cuando la afición acerera hacía rato que estaba nerviosilla porque llevábamos unos drives en que nadie anotaba acabaron de venirse abajo tras un otro touchdown de McGahee para los Ravens, que dejaba el partido 14-16. Aún quedaban en torno a cinco minutos de juego y aquí podía pasar de todo. Los de Baltimore estaban motivadísimos y con un field goal se pondrían por delante.

Hasta que Troy Polamalu obró el milagro (hablo tan bien de él porque es mi "backfielder" favorito, lo voté para la Pro Bowl). Interceptó un pase sin complicaciones de los Ravens y lo retornó para touchdown, haciendo enloquecer el Heinz Field y haciéndome enloquecer a mí en mi sofá tapado con la manta. Me encanta este hombre, digamos que es... muy expeditivo a la hora de placar, contundente. Y ahora también demostró que sabe correr.

Los Ravens estaban nueve abajo, pero cosas más raras se han visto en el fútbol americano, así que siguieron peleando, ahora tenían la posesión del balón. En estas vino un tremendísimo impacto entre McGahee y Clark, que dejó al primero tirado en el suelo (de esta parte ya no me enteré mucho porque tenía el televisor sin volumen).

Durante todo el partido los golpes fueron más duros que en un partido estándar entre otros factores por la rivalidad entre ambos equipos, hubo algunos placajes más duros de lo que deberían y éste fue uno. Ver esta jugada repetida da escalofríos por como se le mueve la cabeza al corredor de Baltimore. Todos nos temimos lo peor, tras cinco minutos de reanimación se lo llevaron en camilla mecánica y despedido entre aplausos del estadio de un gran rival. A punto estuvimos de tener que hablar de fútbol americano en Antena 3 (ya sabéis, sólo se nombra al fútbol americano cuando muere algún jugador o cuando hablan del infamoso O.J. Simpson).

La retirada de McGahee dejó tocados a los Ravens que iban a puntuar a la desesperada hasta que otra intercepción de la defensa acerera los dejó sin posesión y con un minuto por delante que los Steelers simplemente, dejarían correr para ganar el partido.

No fue de infarto, pero sí tuve mis dudas sobre si los Steelers llegarían a la Super Bowl, sobretodo en el segundo y tercer cuartos en los que se hacía patente la superioridad en cuanto a yardas de pase, de carrera, totales, etc. Pudimos ver en el Ravens@Titans de Divisionales como los de Nashville atropellaban en estadísticas a los de Baltimore y acabaron ganando estos últimos, así que no nos podíamos fiar.

Ahora sí, con el anorak de Mike Tomlin empapado de Gatorade, ya podemos mirar al partido de Tampa, a la Super Bowl XLIII que jugarán los Pittsburgh Steelers @ Arizona Cardinals en el Raymond James Stadium. No han llegado los dos mejores equipos de temporada regular. No han llegado los que tienen mejores números ni mejores figuras. Simplemente, han llegado los dos que han ganado sus partidos de playoff, es lo injusto del fútbol americano. Es la grandeza del fútbol americano.

Y todavía quedan 13 días de espera.

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