viernes, 12 de diciembre de 2008

Gente Del Tren: un niño de treinta y pico años

Le he estado dando vueltas durante pocos segundos a esto que voy a hacer a continuación. Quiero estrenar un nuevo tema de escritura, de los pocos que que suelo escribir últimamente. Vamos por partes.

En dos paradas de FGC, diez minutos en total más los que me paso por las estaciones, veo cada día a un montonazo de personas, algunas de ellas, siguen la misma rutina cada día y coinciden conmigo cuando yo sigo ciertas rutinas. Muchos me llaman la atención, por diversos motivos, pero hay una pareja que me llama la atención sobremanera, de una forma que desde el priemr día se me han quedado grabados a fuego en mi mente.

Estación de Rubí a las 7:26. Tren S1 dirección Terrassa.

Suelo alcanzarlos antes de las canceladoras, comprando una tarjeta multiviaje los días que les toca. Madre e hijo, pero hay una diferencia que salta a la vista, ya que el hijo debe ir por los treinta y muchos años. Lo primero que piensas es "qué raro". Lo segundo, te preguntas porqué va tan junto a a su madre, cuando la mujer no parece que vaya a caerse, ni mucho menos. No la sé describir con perfección, pero es robusta, sin ningún achaque que se precie.

En cambio, a él lo veo como si lo tuviera delante, será porque me he fijado mucho más en él. Sin duda, tiene algún tipo de deficiencia mental (no sé cuál exactamente, pero no parece Síndrome de Down) que le da una expresión incluso infantil a pesar de su barba afeitada; pero lo más llamativo son los pequeños detalles.

Su peinado es exacto al que llevaba yo diez o once años atrás, el que me hacía mi iaia, por eso sé que ese peinado sólo se lo ha podido hacer la mujer que lo acompaña. Ya sabéis, con lo que en catalán es una gran "clenxa", muchos litros de colonia y alguno de gomina. Gafas redonditas, perfectamente afeitado y vestido con un anorak azul del mismo estilo de los que llevaba yo hace diez o once años. Tejanos inmaculados y zapatillas deportivas de un blanco también muy inmaculado (parecidas a las que llevaba yo de pequeño también).

En un niño, esa indumentaria y estilo sería lo normal (incluso algo pasado de moda dados los tiempos que corren), excepto que el blanco de las zapatillas sería gris de jugar por la calle y los tejanos tendrían algún que otro parche. Pero el de esta entrada es un niño que no puede jugar. No puede jugar porque no hay niños de su edad a su alrededor o no tiene la capacidad de hacerlo. No lo sé.

Me juego mi mano derecha a que es su madre quien le escoge la ropa y lo arregla cada mañana, lo que no sé y me gustaría saber es si es ella misma quien no lo deja jugar o es él, que no quiere. Misterios de las enfermedades mentales.

Luego me subo al tren y me encuentro con algún UPCeño madrugador como yo y nos liamos a hablar, olvidándome del niño de treinta y pico años hasta el próximo día, en el que me volveré a hacer las mismas preguntas.

[CANCIÓN DEL DÍA = "Nothing Man" de Bruce Springsteen, incluída en el álbum "The Rising".]

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