martes, 3 de marzo de 2009

Mi apagón

Suelo ser consciente, cuando me resfrío; en qué momento exacto me he resfriado, a partir de ahí suele sucederse un desfile de síntomas monopolizados por el continuo moqueo combinado con cansancio incongruente.

La vez anterior, fue por desabrocharme la cremallera del anorak al haber terminado de subir la Cuesta de Terrassa yendo a la uni. Esta vez ha sido por haber estado expuesto demasiado rato al aire frío que entraba por la ventana abierta del Aula Polivalente (mi segunda residencia). Unas pocas horas más tarde, el comenzó mi particular desfile de mocos y llegué a casa cansado como si hubiera corrido una maratón. Estaba resfriado.

Esta mañana debería haber hecho varias cosas y no he hecho ninguna de ellas. Debería haber hecho deberes/estudiado, debería haber ido a comprar pilas para el ratón y el teclado (que ya están empezando a flaquear) y debería haber ido a comprar la revista Capital, la única que leo mes tras mes desde hace varios años quitando la del Digital+.

En general, debería haber hecho algo de provecho, pero no me siento con ganas de hacerlo, me siento cansado y con nulas ganas de meterme cuatro horas de clase esta tarde. Sí, no son tantas, pero lo que realmente cansa, o molesta es tener que meterse los cincuenta minutos de ida y los otros cincuenta de vuelta a casa.

Ya veré lo que hago, de momento me conformo con tener suficiente aprovisionamiento de pañuelos de papel. Si no, volveremos al papel higiénico de toda la vida.

No hay comentarios: