domingo, 17 de agosto de 2008

De vuelta a la vieja Europa


Ayer llegué a casa después de diez días que parecen haber sido larguísimos pero que en realidad se han hecho cortos. Como cuando estoy de viaje hago muchas más cosas, los días parecen ser más largos, pero no es verdad.

Vuelvo a poner mis pies en Rubí, y aunque mi calle no es la East 42nd Street, no está mal después de todo. Es todo muy raro porque por una parte no habría vuelto nunca, pero por la otra sí que tenía ganas de volver y de ver lo que queda de mí y de los míos. Aunque fuera sólo por volver a escribir en un teclado con acentos, ñ's y ç's (aunque después de haber probado los AZERTY franceses soy capaz de aguantar lo que me echen). Aunque fuera sólo por ver los informativos repletos de noticias que podrían ser de hace un mes o de hace un año. Aunque fuera sólo por parar de verle la cara a Michel Phelps. Es un tipo que me cae bien, pero quizá los de la NBC (y la CNBC, y la MSNBC y todas las siglas que os podáis imaginar) se pasaban un poco repitiendo sus carreras. Aunque fuera sólo por cagar en un wáter normal (fue una de las cosas que me sorprendió más de los EEUU). Aunque fuera sólo por leer periódicos con un formato normal (te ríes al ver por primera vez la longitud del USA Today, pero lloras al intentar leerlo en el angosto espacio del avión). Aunque fuera sólo por no tropezarme con un Starbucks en cada esquina; estoy tranquilo porque hasta que abran uno en Rubí pasarán algunos siglos. Aunque fuera sólo por ver Seat's por la calle. Y así sucesivamente.

Estoy contrariado; tal como Nueva York fue una sorpresa tras otra, Rubí también lo está haciendo a su manera.

Creo que toda la vida estaré partido entre dos ciudades.

[CANCIÓN DEL DÍA = "Tornar a Casa" de Obrint Pas, incluída en el álbum "La Flama".]

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