Me ha costado más de una semana reunir el valor para escribir estas palabras, pero tenía que hacerlo, si no como terapia, casi por respeto. Ya nos íbamos despidiendo cada día como si fuera el último, y escribí aquellas palabras en tu libro como las últimas, pero creo que estas van a ser las últimas plasmadas en algún soporte. Las demás, siempre estarán entre tú y yo.
Para empezar, diré que antes de estos sucesos, no podía discernir la existencia de Dios (era agnóstico). Teniendo en cuenta que los cristianos dicen que la muerte es deseo de este Dios, que decide quién se va a con él a su reino de los cielos, he decidido dejar de creer. Más que nada, no tengo otro remedio que negar la existencia de un Dios tan cruel y sanguinario, tan insensible frente a la tristeza e impotencia de todos los que te rodeábamos, familia, amigos, compañeros. Si existiera un Dios, no habría permitido un desenlace así después de un suceso tan absurdo. No puede haber ser humano o divino capaz de esto.
Mi educación científica me hace casi imposible creer en el cielo, en la otra vida, en el más allá o en estas historias, pero durante el pasado fin de semana, se abrió un debate interno dentro de mí. Quiero que esos lugares existan para verte algún día, para ver a los seres queridos que vayan partiendo. Me será difícil creer en él, pero por ti...
Nos dejaste por sorpresa, a la francesa como dirían algunos, sin despedirte formalmente. Las últimas palabras decentes que tuve contigo fueron sobre cómo iba el Barça, te quedaba poco para terminar el turno. Si lo hubiera sabido, supongo que como todos los que te quieren, habríamos exprimido más esos minutos. Detrás de una ventanita no ha sido lo mismo, pero al menos hemos podido tener ratos para decirnos nuestras cosas, cada uno por su parte.
Es muy bestia lo ocurrido durante estos últimos días en relación a ti. La semana pasada y la otra, unos perfectos desconocidos y unos no tan perfectos pero igualmente desconocidos nos unimos en nuestro dolor por ti, no por solidaridad mútua si no porque realmente, al menos yo, lo sentía. Se me pasaban muchas cosas por la cabeza mientras te veía con tus tubos, darían para escribir bastantes entradas de blog, pero creo que prefieres que esas cosas queden entre tú y yo, como casi todo.
Por momentos y de manera muy aproximada, las cosas parecían ser como antes; producto del soporte mútuo que todos necesitamos respecto a los demás. Yo me apoyé en los demás igual que Fulanito se apoyó en mi y en los otros para no caerse. Si no hubiera sio por toos, creo que ahora mismo no estaría escribiendo estas líneas.
Es muy difícil aceptar tu marcha. Aún me parece verte aparecer por tu calle, la cual frecuento bastante, aunque aún no he reunido fuerzas suficientes para irme al lugar exacto de tu caída; aún me parece ver tu muñeco del Messenger en color verde pero el muy cabrón no cambia y supongo que por más que me emperre, no lo hará. Tranquilo, tus fotos, tus recuerdos, tu contacto del Messenger, no desaparecerán. No es que sean indispensables para recordarte, te recordaré siempre sin recuerdos o si no, pero me reconforta que estén ahí.
Me cuesta ver tus fotos habiendo pasado casi dos semanas desde el principio del fin, me cuesta escribir aquí, me cuesta mirar la única foto tuya presente en mi cuarto. ¿Recuerdas el Titanic en Valencia?, me cuesta recordarte porque me da miedo hacerlo. Supongo que a todos los que te queríamos nos cuesta hacerlo, a todos los que nos derramamos durante tus últimas horas y durante la ceremonia que te despedía; pero aquí está el resultado de una semana de vueltas a la cabeza, de reflexiones, de recuerdos y de luchas internas conmigo mismo por intentar entender una realidad que se me escapa de las manos. El mundo y tu marcha me han empañado las gafas y me las he tenido que quitar repetidas veces para para secarme las lágrimas; quizá sea eso por lo que me cuesta ver las cosas A Través De Mis Gafas.
Sólo me queda despedirme como te hubiera gustado, con un sonoro "dew, zorra".
[CANCIÓN DEL DÍA = "Nothing Ever Dies" de Kamelot, incluída en el álbum "The Black Halo".]
Para empezar, diré que antes de estos sucesos, no podía discernir la existencia de Dios (era agnóstico). Teniendo en cuenta que los cristianos dicen que la muerte es deseo de este Dios, que decide quién se va a con él a su reino de los cielos, he decidido dejar de creer. Más que nada, no tengo otro remedio que negar la existencia de un Dios tan cruel y sanguinario, tan insensible frente a la tristeza e impotencia de todos los que te rodeábamos, familia, amigos, compañeros. Si existiera un Dios, no habría permitido un desenlace así después de un suceso tan absurdo. No puede haber ser humano o divino capaz de esto.
Mi educación científica me hace casi imposible creer en el cielo, en la otra vida, en el más allá o en estas historias, pero durante el pasado fin de semana, se abrió un debate interno dentro de mí. Quiero que esos lugares existan para verte algún día, para ver a los seres queridos que vayan partiendo. Me será difícil creer en él, pero por ti...
Nos dejaste por sorpresa, a la francesa como dirían algunos, sin despedirte formalmente. Las últimas palabras decentes que tuve contigo fueron sobre cómo iba el Barça, te quedaba poco para terminar el turno. Si lo hubiera sabido, supongo que como todos los que te quieren, habríamos exprimido más esos minutos. Detrás de una ventanita no ha sido lo mismo, pero al menos hemos podido tener ratos para decirnos nuestras cosas, cada uno por su parte.
Es muy bestia lo ocurrido durante estos últimos días en relación a ti. La semana pasada y la otra, unos perfectos desconocidos y unos no tan perfectos pero igualmente desconocidos nos unimos en nuestro dolor por ti, no por solidaridad mútua si no porque realmente, al menos yo, lo sentía. Se me pasaban muchas cosas por la cabeza mientras te veía con tus tubos, darían para escribir bastantes entradas de blog, pero creo que prefieres que esas cosas queden entre tú y yo, como casi todo.
Por momentos y de manera muy aproximada, las cosas parecían ser como antes; producto del soporte mútuo que todos necesitamos respecto a los demás. Yo me apoyé en los demás igual que Fulanito se apoyó en mi y en los otros para no caerse. Si no hubiera sio por toos, creo que ahora mismo no estaría escribiendo estas líneas.
Es muy difícil aceptar tu marcha. Aún me parece verte aparecer por tu calle, la cual frecuento bastante, aunque aún no he reunido fuerzas suficientes para irme al lugar exacto de tu caída; aún me parece ver tu muñeco del Messenger en color verde pero el muy cabrón no cambia y supongo que por más que me emperre, no lo hará. Tranquilo, tus fotos, tus recuerdos, tu contacto del Messenger, no desaparecerán. No es que sean indispensables para recordarte, te recordaré siempre sin recuerdos o si no, pero me reconforta que estén ahí.
Me cuesta ver tus fotos habiendo pasado casi dos semanas desde el principio del fin, me cuesta escribir aquí, me cuesta mirar la única foto tuya presente en mi cuarto. ¿Recuerdas el Titanic en Valencia?, me cuesta recordarte porque me da miedo hacerlo. Supongo que a todos los que te queríamos nos cuesta hacerlo, a todos los que nos derramamos durante tus últimas horas y durante la ceremonia que te despedía; pero aquí está el resultado de una semana de vueltas a la cabeza, de reflexiones, de recuerdos y de luchas internas conmigo mismo por intentar entender una realidad que se me escapa de las manos. El mundo y tu marcha me han empañado las gafas y me las he tenido que quitar repetidas veces para para secarme las lágrimas; quizá sea eso por lo que me cuesta ver las cosas A Través De Mis Gafas.
Sólo me queda despedirme como te hubiera gustado, con un sonoro "dew, zorra".
[CANCIÓN DEL DÍA = "Nothing Ever Dies" de Kamelot, incluída en el álbum "The Black Halo".]
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