viernes, 11 de febrero de 2011

Se apagan las Luces del Viernes Noche

No soy capaz de recordar con exactitud cuándo me asomé a Friday Night Lights, pero sí que recuerdo que lo hice con una filosofía muy concreta: "Vamos a ver algo de football". Recuerdo que era off-season, como la que ha empezado esta semana y que durará siete meses y ya que había leído tanto sobre esta serie, por qué no empezar a verla.



Pocos capítulos después me di cuenta que, perfectamente, podía haber dos capítulos seguidos en los que el football sólo salía en los entrenos, pero la serie cada vez me gustaba más. Me encariñé de los personajes y parecía como si Dillon pudiera ser un Rubí alternativo, con sus muy obvias diferencias y muy sutiles semejanzas.

[Ahora viene un resumen muy largo y muy aburrido de lo ocurrido durante las cinco temporadas. Aquí hay uno mejor y más completo.]

Durante cinco temporadas, hemos pasado de adorar a los Dillon Panthers a odiar a los Dillon Panthers y adorar a los East Dillon Lions. Hemos visto marchar a la universidad (y a algunos fracasar en la universidad) a personajes que hace cuatro días marcaban los touchdowns. Hemos visto muchas cosas, pero todas tienen algo en común: son la pura verdad.

Si algo hace grande esta serie, más allá del football, es que trata sobre verdades como puños. No ves a los personajes follando en los lavabos del instituto como en Física o Química, ni tipos con unas pelanas que te cagas interpretando a gente de instituto, ni hombres que dan vergüenza ajena de lo cazurros que son... Ya me entendéis. Friday Night Lights lleva el costumbrismo al extremo (o mejor dicho, al no-extremo) y nos cuenta cosas que nos han pasado, nos pasan y nos pasarán a cualquier persona que viva en una sociedad occidental. Mucho más allá del football. Éste deporte es tan solo la excusa, siempre digo que podrían jugar al cricket cabeza abajo y el 95% de los diálogos y argumentos de la serie serían los mismos.

Algunos de los personajes son tremendamente complejos, tipos que caminan durante las cinco temporadas entre el "sí señor, así se hace" y el "eres gilipollas" y las evoluciones que sufren todos y cada uno de ellos desde la temporada 1 hasta la 5 son, para mí, totalmente creíbles y debidamente argumentadas.

Y yo no entiendo demasiado de la técnica cinematográfica; pero a mí me encantan los planos tan cortos que a los realizadores tanto les gustan. En ellos puedes ver los granitos y arrugas de la persona, aunque la cara esté desencuadrada y medio tapada por la cabeza de la otra, simplemente parece que estés ahí de pie, presenciando la conversación, a punto de meter baza. Vemos los granos purulentos de Landry, las patas de gallo de Tami Taylor, la barba mal afeitada del entrenador... no es bonito, pero está ahí.

Y aquí estoy, escribiendo estas frases para hacer tiempo mientras se descarga el último capítulo de la serie, el 5x13 de una hora y media de duración. Como siempre que llega el capítulo final de una serie, estoy triste.

[Nota a Sinde: Me lo bajo (sin subtítulos, a pelo) porque con un 100% de probabilidad, ninguna cadena de televisión llegará nunca a ofrecérmelo. Ya pago lo que cuesta verlo con el product placement que insertan los creadores de la serie y con la electricidad e Internet que pagamos cada mes. Gracias por su interés.]

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