A petición de Rubén Tana, voy a intentar hablar de lo sucedido últimamente en la fórmula 1 durante los últimos meses. Decir "lo sucedido" es un eufemismo para decir "la llegada de Alonso a Ferrari de la manita del Banco Santander" y "la vuelta de Michael Schumacher a las pistas".
Lo que predije que sucedería en el post "El Cisma de Maranello" se va a quedar muy corto. Resumiendo, dije que el Ferrarismo se partiría en tres: los que se quedan, los que se van y los que llegan arrastrados por Alonso. Es el sector de los que se van el que ahora tendrá el protagonismo. Tenemos al Kaiser (todos en pie) en un equipo dirigido por Ross Brawn, el Cerebro En La Sombra que levantó Ferrari. Vaya dos.
Llevo días de reflexión, esto no es fácil. Llevo meses diciendo que la fórmula 1 me la empieza a sudar bastante, y no sé si este año lo hará todavía más. Aún estoy pensando cuál será mi posición oficial ante todas las personas que me han preguntado desde que ha comenzado la pre-pre-temporada. Tengo tres opciones y creo que estaré reflexionando hasta el principio de la temporada.
1) Seguir "oficialmente" en Ferrari y que les den a los demás. Los colores son los colores, y habría que soportar a Alonso en beneficio de los millones que ha puesto Emilio Botín en la Scuderia. Si además se ganan carreras, mejor que mejor; porque en mis propias palabras "las escuderías quedan, los pilotos pasan".
2) Dividirme entre Ferrari y Mercedes. Es un poco ser un quiero y no puedo, aunque sería la más fiel a mis sentimientos. Disfrutar los éxitos de Ferrari como escudería pero desearle a Alonso un pinchazo en cada carrera. Por otra parte, siempre me ha parecido bastante fea la postura de sólo mirar a un piloto de los dos titulares de la escudería y al otro que le den; y se lo he tirado en cara a los alonsistas acérrimos siempre que ha hecho falta.
3) Pasar "oficialmente" a Mercedes. Para ello debería descolgar mi bandera de Ferrari de mi cuarto y pintar con Tipp-Ex el póster de Michael Schumacher en pleno pit-stop que tengo colgado en la pared perpendicular. Además de tener un buen pedazo de pared vacío, el póster quedaría hecho una guarrada. Pero es la opción más "de corazón", ya que mi conciencia formulaunística se ha criado bajo la sombra de Schumacher.
¡Qué difícil! Debería adoptar una postura oficial antes de que los coches comiencen a correr para que nadie me diga que apuesto al caballo ganador. Lo peor es que tampoco tengo ganas de que empiece la temporada, vi anteayer por la tele la estancia de los pilotos de Ferrari en la famosa estancia en Madonna di Campiglio y no sentí mono, ni sentí pasión, ni sentí nada. Sólo podía estar pendiente de Laia Ferrer.
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