Muchos me dicen que antes de viajar por el extranjero, hay que viajar por dentro del país de uno mismo. Yo les quito la razón diciéndoles que Nueva York sólo se puede ver en Nueva York, al igual que esta vez Londres; como habréis adivinado por el título. De pequeño ya he viajado por la península con mis padres y creo haber visto lo suficiente de mi país, el cual (supongo que desgraciadamente) he nacido.
Martes 11 de Agosto, rumbo a la Metrópoli. El vuelo ya está pagado así que no me puedo hacer atrás a estas alturas. Cien eurazos en Ryanair entre comisiones, tasas, facturación y mierda. Tenía un tope máximo de 150 euros y he tenido que subirlo a 200, de los cuales ya he gastado 100. Tengo doce semanas para ahorrarlos en caso de no encontrar trabajo a partir de junio. Lo veo factible, pero ya veremos.
Por las cuantías de los precios, habréis adivinado que voy (vamos) a lo tirado. La experiencia mochilera del enero del año pasado me gustó bastante y me invitó a repetirlo, esta vez con un presupuesto más amplio, en un recorrido más largo y en otro medio de locomoción. Pero la ilusión es la misma o superior.
El ir con los colegas por ahí en plan mochilero (más a lo tirado que a lo turista) me motiva cantidad aunque no creo que pueda llegar a enamorarme de la ciudad como hice con Nueva York. Nunca me ha atraído Londres, nunca me ha llamado;será la primera vez que haya estado allí. Pero bueno, lo intentaremos.
Me quedan 86 días para pensar, elucubrar, planificar, comprar, ahorrar, reír, ansiar, esperar, enloquecer y ver como el Gusano Viajero (aquellas cosquillas que me crecen en el estómago antes de emprender un viaje) crece hasta convertirse en un puto Godzilla.
Preparaos beefeaters, guardas impasibles con gorro negro, aficionados al fútbol y rugby, ejecutivos de la City, miembros de la realeza británica... porque venimos nosotros.
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