Vaya por delante que la noche de Eurovisión siempre ha sido en mi casa, desde los albores de los tiempos; una noche especial del año. Como una única carrera de fórmula 1 para la que todos nos vestimos de gala (pijama y batín) y comemos comida especial (pizza en el sofá) para celebrar la gran noche de las relaciones diplomáticas internacionales a nivel europeo oriental. Es una noche en la que todos recibimos un cursillo rápido de la explosión de la Unión Soviética y Yugoslavia y lo que queda 17 años después.
No soy de ésos que sólo vieron al Chikilicuatre la noche del sábado si no que el festival que recuerdo con más anterioridad fue aquél en el que Dana International arrasó en 1998. Ya ves tú, yo tenía 9 años. Posteriormente fueron pasando Lydia (en Tel Aviv 1999), más adelante David Civera, varios cantantes salidos de OT y por último los bochornosos y lamentables espectáculos que ofrecieron Son de Sol, Las Ketchup y D'Nash durante los tres últimos años. Se podría decir que salvando las distancias, me he convertido en una especie de Uribarri en miniatura, capaz de recordar bastantes cosas desde 1998 en adelante.
Pero este año todo estaba superado ya. Como fan moderado de Eurovisión, estoy muy a favor del Chikilicuatre, sólo porque se está riendo del festival desde dentro. Ya no hace falta traer una canción de la hostia con el mejor intérprete posible con una gran puesta de escena si trayendo a un payaso conseguimos quedar aún mejor. Hay que decir que no tenía grandes esperanzas en esta actuación, es imposible que cualquier país de la Europa occidental vuelva a ganar Eurovisión si el sistema de votos sigue por este camino. Sólo hay que ver cómo quedaron Alemania y Reino Unido. E Italia ya no se presenta desde hará un par de años harta de la patochada en la que se ha convertido todo el tinglado.
Pero el año que viene volveré a estar al pie del cañón, escuchando (¿buena?) música y completando mi Máster en Política y Relaciones Internacionales, que además se complementa con el de Videncia y Astrología (... y ahora los 12 puntos de Armenia caerán para el lado de Rusia...).
[CANCIÓN DEL DÍA = "Cvet Z Juga" de Alenka Gotar, incluída en el álbum "Eurovisión 2007".]
No soy de ésos que sólo vieron al Chikilicuatre la noche del sábado si no que el festival que recuerdo con más anterioridad fue aquél en el que Dana International arrasó en 1998. Ya ves tú, yo tenía 9 años. Posteriormente fueron pasando Lydia (en Tel Aviv 1999), más adelante David Civera, varios cantantes salidos de OT y por último los bochornosos y lamentables espectáculos que ofrecieron Son de Sol, Las Ketchup y D'Nash durante los tres últimos años. Se podría decir que salvando las distancias, me he convertido en una especie de Uribarri en miniatura, capaz de recordar bastantes cosas desde 1998 en adelante.
Pero este año todo estaba superado ya. Como fan moderado de Eurovisión, estoy muy a favor del Chikilicuatre, sólo porque se está riendo del festival desde dentro. Ya no hace falta traer una canción de la hostia con el mejor intérprete posible con una gran puesta de escena si trayendo a un payaso conseguimos quedar aún mejor. Hay que decir que no tenía grandes esperanzas en esta actuación, es imposible que cualquier país de la Europa occidental vuelva a ganar Eurovisión si el sistema de votos sigue por este camino. Sólo hay que ver cómo quedaron Alemania y Reino Unido. E Italia ya no se presenta desde hará un par de años harta de la patochada en la que se ha convertido todo el tinglado.
Pero el año que viene volveré a estar al pie del cañón, escuchando (¿buena?) música y completando mi Máster en Política y Relaciones Internacionales, que además se complementa con el de Videncia y Astrología (... y ahora los 12 puntos de Armenia caerán para el lado de Rusia...).
[CANCIÓN DEL DÍA = "Cvet Z Juga" de Alenka Gotar, incluída en el álbum "Eurovisión 2007".]
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