jueves, 9 de diciembre de 2010

Al otro lado de la mesa

Llamadme tópico, pero es increíble la de vueltas y revueltas que pueden dar los acontecimientos en lapsos relativamente cortos de tiempo. Remontémonos a un año y medio atrás.



Abril de 2009. Según Wikipedia, un terremoto azotó la ciudad de L'Aquila, en Italia, causando un número bastante elevado de muertos; y el ciclón Mecánica azotaba también con bastante virulencia a los pobrecitos candidatos a Ingeniero Industrial. Los finales aún quedaban lejos y yo todavía no sabía que mi futuro pendía de un hilo muy delgado. En la academia, las horas de clase de Mecánica se multiplicaban y todos (alumnos y profe) redoblábamos esfuerzos para llegar en buena forma a los finales.

Recuerdo mi profesor, no daré nombres no sea que se googlee a sí mismo y acabe aquí. Digamos que enseñaba bien. No se andaba por las ramas e iba siempre de cara a barraca. Y de vez en cuando también nos reíamos, pero eso eran pocas veces. Mi suspenso no fue culpa suya, él fue el que menos culpa tuvo. Fue un buen profesor los dos cuatrimestres en los que estuvo enseñando esta asignatura.

Diciembre de 2010. Ahora es mi turno. Estoy dando "clases clandestinas" a mi compañeros de fatigas por el mismo motivo por el que tuve que ir a academia hace año y medio: porque en clase no me enteraba de nada. Antes era yo el que no se enteraba, y ahora son mis compañeros. No lo digo por decir, las caras que vi la semana pasada, que fue cuando se explicó en clase el mismo tema que inauguraba la asignatura de Mecánica en Industriales; eran puros poemas.

Durante las "clases clandestinas" que doy a un pequeño grupo de insurrectos de los Sistemas Mecánicos; me he dado cuenta, entre vector y vector, de varias cosas. La primera es que he adquirido todos los vicios de mi profesor de academia. Él nos enseñó una máxima que era "en la uni lo hacen así, yo lo voy a hacer asá porque es como lo aprendí en su día" y "esto se hace así porque en el examen va a ser mejor que lo hagáis así". Explico los productos vectoriales con la mano tal y como él me los explicó (o sea, tal y como los recuerdo) y en general, intento aplicar los mismos métodos que recuerdo de aquellos no-gloriosos días. Incluso insisto en los mismos puntos en los que él insistía porque eran los puntos que a mí (y a los demás) nos costaban más.

Pero ojo, eso no significa que sea el puto rey de la mecánica. Me he equivocado varias veces y me he quedado atascado en otras tantas, bajándome a la realidad de que todavía me queda un mundo para ser un profesor decente. Pero tal y como sucedió cuando tuve que dar un par de "clases clandestinas" de estática a principio de cuatrimestre; supongo que tendré que estar contento cuando sus notas superen a las mías. Querrá decir que he hecho bien mi "trabajo"... Hago lo que puedo.

Me he llegado a replantear uno de mis principios que es "yo no voy a acabar ejerciendo de profesor ni loco". Tengo niveles extremadamente bajos de paciencia que hacen que a la tercera vez que contesto a la misma pregunta esté por mandarlos a todos a tomar por saco y que me ponga demasiado borde con los que se distraen o demuestran no estar escuchando. Pero la sensación de "vuestro aprobado depende de mí, puedo joderos la vida si quiero" o la de sentirse el Rey cuando tu solución coincide con la del solucionario son simplemente, dignas de ser vividas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Leer este post me ha traido una sensacion de Deja Vu importante, yo tambien tuve que dar clase a unos compañeros, lo unico que esos bastardos eran demasiado perros para ir a clase, y encima sacaron mas nota que yo!!

Pero me alegro de haberles dado clase, son estos gestos de compañerismo los que hacen de la uni una etapa unica