Inauguro la serie de posts dedicados a la Operación Talayot, alias "Viaje a Menorca 2010" con ansias y con nudos en el estómago, esófago, páncreas, e intestinos grueso y delgado. La culpa se la debo al hermoso volcán Eyjäfjalla (¿Lo he escrito bien? No he usado chuleta...) y sus adorables cenizas.
Cuando los cielos de toda Europa se quedaron vacíos, la idea tenía cierto romanticismo, del tipo "Oh, la naturaleza se rebela una vez más contra los humanos cortos de miras..." y demás, "Hemos confiado nuestras vidas a las máquinas..." y todo ese tipo de cosas. Incluso los grupos de Facebook que hacían gracietas sobre el volcán hacían gracia. Si desde la barrera los toros se ven bien, por la tele y el ordenador se ven de puta madre, no sé si me explico.
Pero a mes y tres semanas de mis vacaciones con mis amigos, empiezo a tener mis dudas de que el volcán pare de arrojar cenizas de un día para el otro, empiezo a estar ligeramente nerviosillo. Noto que estoy nervioso porque empiezo a presentar serios síntomas de atención desmesurada a cualquier noticia cuyo titular contenga las palabras "volcán", "nube" o "aeropuerto". Y si contiene las tres ya ni te digo.
Los habituales de este blog ya saben que suelo ponerme de los nervios antes de salir de vacaciones, véanse las series de posts titulados "Operación Big Ben" y "New York City Countdown" que debería haberse llamado "Operación Libertad". Si en condiciones normales, la semana antes de salir de vacaciones es un sinvivir, no quiero ni imaginar cómo será este año y además, con las cenizas pululando por el cielo amenazando dejarnos en tierra. Porque nosotros no podremos ir en autocar.
Mientras tanto, entre absurdos exámenes de Materiales, ambiciosos planes de empresa de Economía, y confusión y desconcierto en Física van pasando los días.
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