viernes, 18 de marzo de 2011

El Partido del Siglo

Este es uno de esos posts de realidad alternativa que tanto me gustan, con la diferencia que hace 24 horas, éste post podría haber sido realidad punto por punto tal y como lo voy a contar a continuación. Sí, me había hecho ilusiones.

Ahora que realmente lo abajo descrito no va a ocurrir, soy libre de escribirlo sin miedo a luego contrastarlo y ver que me he equivocado de medio a medio.

Sábado, 28 de Mayo de 2011

Me levanto temprano pese a que quería levantarme tarde. Demasiados nervios durante el resto del día. Tengo el Sport reservado en mi papelería-quiosco habitual, así que no hay ni problemas ni prisas. Me desayuno viendo el canal 3/24 como cada mañana desde hace ni se sabe. Mi primera conclusión del día, mientras voy al quiosco con el chándal "de ir al quiosco" es que me gustaba más cuando la final de la Champions League se jugaba en miércoles; más que nada, por el ambiente que se respiraba si todo tenía que ir tal como debía. El titular, a doble página, lo dejaba muy claro. "EL PARTIDO DEL SIGLO".

Final de la UEFA Champions League, FC Barcelona contra Real Madrid CF. El partido que hemos nacido para ver. El partido más importante de la temporada mezcla al mejor equipo del siglo XXI con el que dicen que es el mejor equipo del siglo XX. El Barça de Guardiola que quiere volver a coronarse en Wembley contra un Madrid que quiere ganar la Décima de una vez por todas. Sin duda, el partido de fútbol de clubes más importante de la Historia. El partido destinado a llenar las UCIs de los hospitales de personas atacadas del corazón.



En el Central Hostel del barrio londinense de Bayswater, tres chicos y una chica se despiertan a la hora acordada. La hora H del día D. El plan estaba escrito desde hacía dos semanas, y consistía en ir al centro y ver lo "indispensable" de Londres, caminar desde el hostal hasta Westminster, lo cual es un trocito bastante considerable. Una mañana para eso. Luego, tras pasar por cualquier fast food, reunirse con los demás integrantes de la expedición culé en Picadilly Circus. Tendrían especial cuidado de no pasar por Trafalgar Square, lugar de reunión de los madridistas.

Una vez leído el Sport, me conecto a Internet para ver qué hay de nuevo que no esté relacionado con la final de la Champions. El reducto de frikismo de nivel experto que es Simtropolis es un lugar apropiado si quieres quitarte el fútbol de la cabeza por un rato. En el Facebook, quien más quien menos tiene alguna frase de estado referida al partido. Qué digo al partido, ¡al Partido!

En mi familia, no somos de hablar mientras comemos, llámanos raros. Solemos hablar antes y después de comer, pero no durante. Y así sucede en la comida. Mi padre, madridista él, está tenso. Por primera vez, lo veo tenso con su equipo antes de un partido. Nunca antes había sucedido eso.

Tras una caminata de unos seis y pocos kilómetros y de haber hecho un montón de fotos, esos cuatro afortunados que tienen en sus bolsillos unos papeles por los que se llegan a pagar más de 1500 € en la reventa; se están zampando unas alitas de pollo en el Kentucky Fried Chicken de Trocadero. Por la ventana del primer piso, ven pasar a la muchedumbre que acostumbra a haber cerca de Picadilly, sólo que esta vez, un buen porcentaje de ellos lleva camisetas azulgrana o de los colores que el Barça ha ido vistiendo a lo largo de la historia de su segunda equipación.

La tarde es larga y tengo trabajo que hacer. Los exámenes finales están al caer y hay que empezar a tener listos los distintos proyectos de final de cuatrimestre. "Obviamente" no hago nada esa tarde. Navego compulsivamente por Internet sin estar más de dos minutos en una misma página; sin rumbo fijo. ¿Sabéis como los padres primerizos que dan vueltas en la sala de espera mientras su mujer está dando a luz? Un poco como eso, pero sin oler a tabaco.

Lo siguiente debe leerse oyendo esta sintonía, los aficionados al fútbol sabrán porqué. Es la música que te dice: "atención, que vienen curvas".

Picadilly Circus es ya un hervidero azulgrana y la gente no para de hacerse fotos frente al famoso edificio de los anuncios. Los más tempraneros ya han empezado a desfilar hacia la boca del Underground; cargados con sus banderas, bocinas, vuvuzelas, gorros de bufón con cascabeles y demás parafernalia totalmente necesaria para disfrutar del Partido del Siglo.

Hemos quedado muy temprano, sobretodo para coger sitio en nuestro templo del fútbol particular. De momento, no nos ha dado buena suerte en Champions desde que cerraron el bar donde "ganamos" el Triplete; pero bueno. Hay que intentarlo. Me visto con ropa ya usada, porque el olor a kebab que van a coger va a ser para verlo. Y como colofón, la Camiseta. Y como toque final, la bufanda. Es Mayo pero yo voy con mi bufanda. Voy en manga corta, es Mayo y el calor empieza a apretar de forma sobrehumana. La que se lleva en las grandes ocasiones, cómo no en un Partido del Siglo! Nos tenemos que reunir en casa de uno que dispone de coche de 5 puertas y que no soy yo. Por si ganamos.

Me despido de mi padre y me abrazo con mi madre, como si fuéramos a jugar el partido nosotros mismos.

Hay tensión. Nos saludamos y demás, pero no es como siempre. Hoy el Barça no juega contra el Almería ni contra el Sporting de Gijón y nosotros, y cuanta gente nos rodea por la Calle Mayor, lo sabemos. La actividad cerebral es intensa y el sol todavía no ha desaparecido por el otro lado de la Riera.

Los trenes de la línea de Bakerloo en dirección Harrow & Wealdstone nunca han visto algo parecido a lo de hoy. No había londinenses en los vagones. El típico silencio sepulcral del tube había desaparecido, y se había visto invadido por el griterío típico de los españoles. Los himnos y cánticos se suceden y los aficionados de uno y otro bando botan hasta hacer tambalear el tren. La cerveza corre de mano en mano, y se viven los primeros momentos de tensión, fruto de estar dos aficiones rivales desde hace más de medio siglo demasiado juntas la una de la otra.

Llegamos al kebab. Lugar en el que llevamos viendo los partidos del Barça desde hace un par de años, donde la tragedia ha vivido codo con codo con momentos de gloria futbolística. Esperemos que la tarde-noche de hoy sea de lo segundo. Pedimos algo para beber y repartimos las cartas, todavía quedan unas tres largas horas de juego y nervios por delante.

En Paddington y Marylebone se han unido más aficionados de los dos clubs, y ahora sí, los trenes van a reventar. No parece que el Underground haya dispuesto más trenes en la línea de Bakerloo para el evento, craso error. Nuestros amigos ya han revisado sus bolsillos una docena de veces.

Como de costumbre, pierdo la partida y me toca barajar las cartas. Me doy cuenta que los del kebab han dispuesto las mesas lo más juntas posible e incluso tres filas de asientos detrás de la zona de mesas. Sólo había visto esta configuración en los Clásicos de la liga. Pero lo de hoy, supera todas las previsiones, y un par de horas antes del partido y está el local lleno. Las únicas sillas vacantes són las ocupadas por fumadores que están echando un cigarrillo en la calle. Observo que, como ya es costumbre, somos mayoría barcelonista en este kebab.

Camino del estadio de Wembley, el desfile de banderas y banderolas del Barça y del Madrid es espectacular, digno de ser grabado en vídeo y ser subido al YouTube. El gran arco que sujeta el techamen del estadio recibe a las aficiones. Aquí y allí se pueden ver conatos de enfrentamiento que los miembros de seguridad vestidos con chalecos fosforitos se encargan de disolver rápidamente.

Como en las mejores clases de estadística, el tiempo pasa lentamente. Si te fijas, te parecerá incluso que las manecillas del reloj giran en dirección contraria. Nunca antes había estado tan nervioso. Nunca antes se había jugado este partido.

Nuestros cuatro amigos han sido de los primeros en ocupar su localidad, en el fondo este del majestuoso estadio. Sacan los bocadillos que habían preparado el día antes con lo que habían podido pillar en el supermercado Tesco de Queensway. La bebida, tal y como dictan las normas, en botellas de plástico. El cacheo de mochilas a la entrada había sido bastante exhaustivo.

Varias partidas de cartas más tarde, por fin la tele conecta con Wembley. El ambiente es el que esperábamos. Azulgrana a un lado, blanco en el otro, separados por una masa indefinida de personas que animan al FC Compromisos de la UEFA. Los que hacen que las aficiones no reciban más entradas de las que reciben. De un momento al otro, tiene que empezar el show previo a cualquier final de la Champions League. Uno de los momentos menos apreciados por los aficionados, que quieren que el partido dé inicio cuanto antes.

La actuación se hace exasperantemente lenta y nadie sabe bien qué está sucediendo. La situación me recuerda a lo vivido antes de la final de Roma en 2009. Ahora, al igual que entonces, damos puñetazos encima de la mesa, devoramos nuestros dürums de pollo compulsivamente y rezamos lo poco que sabemos.

Y llega el momento. Con el dürum todavía en el esófago, suena el Himno de la Champions League por última vez esta temporada. El dueño del kebab sube el volumen de la tele a niveles nunca vistos hasta entonces. Y se me pone la piel de gallina. El Himno de la Champions es capaz de ponerme la piel de gallina.


Sólo se me ocurre una oración: "Ojos claros, corazones llenos, no podemos perder." La favorita de Eric Taylor en Friday Night Lights.

Los jugadores saltan al campo, se colocan en fila, y la cámara recorre uno por uno los rictus de concentración. Primero los del Barça, que juega como local, y después los del Real Madrid, que juega como visitante. Se dan la mano, se intercambian banderines y el árbitro con una moneda conmemorativa sortea los campos. Posesión para el Madrid. El Barça ataca desde el lado en el que está su afición.

Cristiano Ronaldo planta el balón Adidas Finale London en el círculo central, la skycam de alta definición se eleva sobre el cielo de Londres y el árbitro hace sonar el silbato. Empieza el Partido del Siglo.

2 comentarios:

Ander dijo...

Yo soy uno de esos pocos hombres a los que no les gustan los deportes, pero leyendo este post se me ha ocurrido que, probablemente, los deportes serán, junto con las películas, los responsables de producir la mayor parte de la música "épica" del futuro, una vez los ejércitos y las religiones dejen de demandarla.
Como ejemplo, los temas para la NFL en la CBS (de E.S. Posthumus) o la canción de canal plus que acabo de conocer. Por cierto, el tema de la champions es de Handel (Zadok the priest).

Daniel Alarcón dijo...

En concreto, la de NFL on CBS es parte de mi lista de reproducción "Música para Antes de un Examen".