martes, 15 de junio de 2010

Vacaciones ¿Santillana?

Descripción de lo que hago (pondría un vídeo del Youtube, pero no he encontrado ninguno ni siquiera del tema). Podría decir que soy ayudante de producción, ayudante de línea, peón industrial... pero prefiero decir que lo mío es un Rollo Patatero, sin ofender. Ahora entenderéis por qué.

Fase 1: Cuando la máquina emite un timbrazo industrial, un cortapizzas de tamaño también industrial accionado neumáticamente corta transversalmente la lámina de fibra textil sintética procesada. Entonces, se ejecuta uno de los espectáculos más grandes de la naturaleza que consiste en cambiar el rollo de fibra (el que ya está completo), quitarlo de su posición y dejarlo en el suelo con el giro perfecto para que el extremo libre quede a la vista (y poder etiquetarlo sin darle vuelta) y volver a poner un palo vacío que momentos después estará viendo como otro rollo de fibra se enrolla alrededor de él durante varios minutos. Apretar y forzar el rollo a enrollarse en el eje hasta que el ritmo sea uniforme. Esto, en unos diez segundos.

Fase 2: "Taggin' & Baggin'" que lo llamo yo para mis adentros. Primero el Tagging. Mientras mi compañero más experimentado quita el eje del rollo y lo deja dispuesto en la máquina para el rollo que vendrá después del que ya ha empezado a enrollarse en otro eje, yo etiqueto el rollo (o los rollos si la máquina ha cortado dos o tres). Antes, si es necesario, habré retirado el sobrante que la máquina habrá cortado sola y lo habré llevado a la máquina que tritura y aprovecha la fibra para devolverla a la línea de procesado. Clavo las etiquetas en los rollos con una pistolita que engancha el mismo trastito de plástico con el que van unidos los calcetines (la caja que los contiene los llama "navets") o las etiquetas de la ropa nueva. Después de 21 años de preguntas sin respuesta, por fin veo cómo se ponen estos enganches.
La fase 2B, el Bagging, es la más dura físicamente. Si el rollo es largo, de unos 2,70 metros aproximadamente, se embolsa entre dos personas, metiéndolo dentro de un plástico cilíndrico de en torno a medio metro de diámetro. Se sellan los dos extremos del rollo con bridas como las que sellan el plástico del pan de molde (Pan Bimbo, para no decir marcas), cada operario por un lado. Si el rollo es corto, de unos 1,35 metros, cada operario embolsa él solo su rollo y se lo dispone a su manera.

Fase 3. El rollo se lleva a la báscula preparada para ese menester, con un cartel pintado a rotulador rezando que los operarios no se pesen ellos mismos en la báscula porque su límite es de 60 kilos. Los rollos deberían pesar en torno a unos 15-25 kilos, dependiendo de su gramaje, metros lineales y tipo de fibra utilizada. Tras la báscula, se almacenan un una sala que está a unos diez grados centígrados menos que la nave donde trabajo, paso de 34 grados a unos 25 más o menos. Un buen respiro.

Fase 4. Esperar sobre unos 7-10 minutos a que el rollo que ahora mismo se está procesando, termine de enrollarse, controlando que todo funcione como es debido y retirando las impurezas que puedan engancharse a la fibra proveninetes del horno, del cardado, etc.

Y si no puedo estar en la salida de la línea, estoy "dando de comer" fibra virgen a las máquinas, pero ese ya es otro tema.

Condiciones ambientales, ruido constante de máquinas, hornos y un ventilador de en torno a 60 decibelios, una media de 32 grados de temperatura y Kiss FM sintonizada a un volumen que sólo se puede oír si estás cerca del altavoz. He oído "Moving" de Macaco dos veces esta mañana.

Y así es como estoy pasando estos días de "vacaciones". ¿A que molan? El problema es que haces un rollo y dices: "Buah, no cansa, fácil." pero a los treinta rollos estás hecho una mierda. O al menos es lo que me ha pasado a mí.

3 comentarios:

Ander dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ander dijo...

Ah... asi que, despues de cientos de años de churras y merinas produciendo lana en castilla y un exterminio de indigenas en sudamerica para conseguir oro con el que comprar las telas manufacturadas en Flandes con lana española para que algun rey se de cuenta de que eso no tiene sentido e intente establecer una industria textil en Cataluña, donde acabara creando una pujante burgesia que comprara las Spinning jennys y posteriores que no habrian sido posibles sin la maquina a vapor de James Watt y mas tarde adoptara, para incrementar la productividad, el Taylorismo y el Fordismo creados por la economia creada por esas maquinas ¿Y todo para que?
Pues para trabajar al estilo decimononico y oir a macaco dos veces cada mañana en pleno siglo XXI ¿No es el mundo maravilloso?

P.D.He eliminado el comentario anterior porque me deje el BloqMayus enecendido.

Daniel Alarcón dijo...

Ander, esta vez te has superado a tí mismo... Todavía no se me había ocurrido relacionarme a mí como el ultimísimo eslabón de la Revolución Industrial, lo habría hecho si el ruido de las máquinas no me impidiera oír mis propios pensamientos (es cierto, se me hacen las horas más largas porque no puedo pensar en mis cosillas).

Hoy he oído dos canciones un par de veces cada una (además de muchas otras) pero sé ni cómo se llaman ni quién las canta, a cambio, también he podido oír algunas que creía olvidadas en lo más hondo de mi subconsciente.